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18 octubre 2019

PARIS 2019 october

Ya había visitado París en 1996 y 2005 pero no de una forma tan especial como ahora. La ciudad me ha parecido más apasionante y espectacular que en ocasiones anteriores. Se mire como se mire.
Había llovido mucho desde la última vez que pisé la Ciudad de la Luz, todo un icono, un clásico del turismo mundial.

No descubriré nada a nadie si digo que París es definitivamente un "planazo", con decenas de lugares increíbles y pintorescos para visitar. Una apuesta segura y gratificante. Para un fin de semana o para 4-6 días.
Si, como ha sido mi caso, solo dispones de un fin de semana, no te desanimes: tienes la oportunidad de un disfrute máximo si te pones las pilas... y un calzado cómodo!.

En mi caso, fuimos un viernes por la tarde y regresamos un domingo por la tarde. El sábado anduvimos (a pie) 23 kilómetros. Casi nada.
Un récord (el anterior lo tenía en Isfahan, en Irán, con casi 15 km recorridos en un solo día).
Creo que merece la pena 100% callejear, perderte por los barrios y recorrer a pie las ciudades para captar toda su esencia.

Voy a contar mis impresiones tras el redescubrimiento de una de las, con seguridad, ciudades más bonitas y espectaculares del mundo. Callejearla fue nuestro objetivo, evitando el metro salvo para venir e ir al aeropuerto. También te recomendaré otros lugares imprescindibles que ya visité anteriormente, pero no en esta ocasión, por si algún día decides visitar la Ciudad de la Luz.

París nunca decepciona.



Nos hemos dejado muchísimo por ver, pero no pudimos abarcar más... por el riesgo de desfallecer.

Cierto es que decidimos dejar de visitar algunos lugares imprescindibles que ya conocíamos como Montmartre, el bohemio barrio de los pintores que parece un cuento de hadas, con sus estrechas y empinadas callejuelas, sus cabarets, bares y sex-shops y el mítico y famoso Moulin Rouge…, y la espléndida basílica del Sagrado Corazón en lo alto de una colina.

Tampoco visitamos, por ya visto, el famoso Centro Pompidou, un centro nacional de arte y cultura espectacular, muy vistoso y de arquitectura radical, inaugurado en 1.977.

Había olvidado lo caro que es París. Muy caro. Todo. En exceso. El alojamiento. La comida, la cerveza y sobre todo el vino. Todo el alcohol, en general, a un precio el doble o el triple que en España. Olvídate de emborracharte en París. El café igualmente, a precio de oro pero muy bueno!

También me llamó la atención la cantidad de patinetes eléctricos que hay, y que la gente deja varados en cualquier lugar. Varias empresas de alquiler te permiten alquilarlos con apps móviles. Muchas bicis eléctricas, también para alquilar. En general, poco tráfico de coches por el centro.

Y de nuevo, además de contar con una guía de bolsillo de Lonely Planet, utilicé como siempre la impagable app gratuita para el móvil “Maps.Me” con un mapa off-line de Paris para ser más efectivo con los recorridos a pie y saber siempre dónde estás... y qué tienes cerca.

Por diferentes razones, creo que junto a Nueva York, Tokio, Sydney, ciertamente impactantes, y posiblemente también Berlín, París es sin duda una de las ciudades que mejor sabor de boca me han dejado. Dejo a mi adorada Londres aparte, quizás por demasiado vista.

Me encanta darle a todo y compatibilizar extremos en experiencias viajeras: creo que no hay que ponerse corsés a la hora de elegir destinos ni encasillarse en un tipo de viaje (asumo una especial predilección por el Africa Negra y los viajes de aventura), pero algunas grandes ciudades, bien por su especial idiosincrasia o por su historia, en dosis no excesivas, son otra de mis debilidades viajeras.
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Porque cómo no disfrutar de ciudades tan increíbles como Melbourne, Venecia, Roma, Ámsterdam, Copenhague, Estocolmo, Atenas, Lisboa, Estambul y muchas otras como Hong-Kong, Ho Chi Minh, Singapur, Kuala Lumpur, etc..., sin olvidar mi absoluta fascinación por las caóticas capitales africanas…

El caso es que teníamos un bono de hasta 150 euros cada uno, para volar con KLM o AirFrance, por una indemnización en nuestro viaje a Tallín, Estonia, en 2018 (tres días sin maletas!) que KLM nos regaló complementariamente a la ndemnización recibidas por compra de ropa. Genial, el vuelo BIO-CDG-BIO costaba 147 eur.

Aquella mala experiencia logística se ha transformado en un fin de semana (algo) apretado pero rebosante de buenas experiencias, que preparé a conciencia en términos de alojamiento y circuito.
Y es que, para solo 2 noches,  elegimos algo especial: dormir en el barrio de Le Marais, a solo 300m de la estación de metro de La Bastilla, donde accedimos en el tren RER B desde el aeropuerto de Charles de Gaulle por 10 euros, con un trasbordo al metro en la estación de Gare Du Nord. Fácil, y muy rápido.

Classy Studio Kenzo Marais, contratado en Booking, es un precioso apartamento en un edificio del siglo XVIII, a pie de calle y en pleno Le Marais. Muy recomendable. https://www.booking.com/hotel/fr/kenzo-maison-paris.es.html

Le Marais es uno de los barrios más dinámicos y populares de París, con calles de adoquines y ventanas pintadas, patios escondidos, pequeñas tiendas de moda, restaurantes a la última y cafeterías donde se sirve (muy) buen café. Está de moda y es muy cosmopolita. Era muy agradable perderse por sus callejuelas.

Nos llamó mucho la atención la elegancia de los edificios, había mansiones particulares que conservaban todo el encanto de siglos anteriores en pequeñas calles tapizadas de adoquines. Este barrio, cuyo nombre (Marais) significa marisma, era exactamente eso hasta el siglo XIII, cuando fue reconvertido en tierra de labranza.








Y antes de que el mundo gay lo pusiera de moda (hay muchos locales, entramos a un par de ellos con buena música), este barrio ya era sede de reclamos culturales de mucho peso, además de galerías de arte o elegantes tiendas.

Y allí estábamos, al lado de la famosa Plaza de los Vosgos, "centro" de todo y rodeado de calles muy interesantes como la Rue de Rivoli y su paralela Roi de Sicile, llenas de tiendas, cafés y bares; hacia el norte, el Haut Marais, tan de moda, incluyendo la Rue Rosiers o la de Bourg Tibourg, en el histórico barrio judío de Pletzl. Desde el Haut Marais puedes explorar, además, otras calles repletas de locales encantadores, como Obenkampf y Jean-Pierre Timbaud.

Había muchos “bistrots”, que son como pequeñas tascas, muy populares en todo Francia, donde se sirven bebidas alcohólicas, café, quesos y otras bebidas, en realidad son pequeños restaurantes de comida a precio (algo) más económico.
Entramos en un restaurante de comida española a picar algo. Ikurriña incluída. Berberechos y croquetas. Mediocre.


Fue una pena que no nos dio tiempo a visitar este barrio a fondo de día pero muy cerca tienes paradas imprescindibles como el cementerio du Père Lachaise, el más visitado del mundo (allí están enterrados desde Oscar Wilde hasta Jim Morrison), el Museo Carnavalet, una mansión privada que dicen es una de las mejores sorpresas parisienses; la Casa de Victor Hugo, el Museo Picasso, el aristocrático Hôtel de Sully o un emotivo Memorial (Shoah) en recuerdo de las víctimas del Holocausto judío. Consideralos recomendaciones si dispones de más días…

Lo que más nos gustó de Le Marais fueron las coquetas tiendas, restaurantes y los pintorescos cafés en cualquier esquina... Por la noche se nos hizo tarde en garitos de música, había uno muy oscuro donde sonaba Joy Division a todo volumen. Yo estaba en la gloria. Otro garito era de lesbianas, otro de gays, nos encantó el ambiente y la música.

Ya el sábado por la mañana, con calzado cómodo y decididos a patear al máximo, nos encaminamos pronto hacia el Sena para comenzar un ambicioso recorrido a pie desde las obras de reconstrucción de la icónica e imponente Notre Dame (una de las catedrales góticas más antiguas del mundo) que domina la Ile de la Cité, tras el incendio del 15 de abril de este mismo año. Recibía más de 14 millones de visitas al año.







Seguimos por la fuente de la Plaza Saint Michel 








Y llegamos llegar al afamado Museo del Louvre, con unas colas interminables. No entramos. Too much.








Continuamos por los famosos Campos Elíseos, una arteria enorme de 2 kilómetros llena de tiendas de lujo, para mí quizás lo menos interesante a excepción de verlo desde las alturas...

... porque al Arco del Triunfo aún no había subido nunca y nos pareció una de las sorpresas del viaje: 284 escaleras (de caracol) que te ascienden a una visión impresionante de la ciudad. Construido por Napoleón, y con 50m de altura ofrece unas vistas sublimes y maravillosas. 12 euros.












Elegimos un recorrido más largo para alcanzar la Torre Eiffel a la que ya habíamos decidido no subir porque no había entradas hasta la cima por internet y en parte también por haberlo hecho ya en ocasiones anteriores (al lado recuerdo una foto "analógica" que saqué en 1.996 desde su cima).

Con más de 6,2 millones de visitas al año y casi 300m de altura, la visita es siempre obligada. Lo que sí me pareció un poco deslucido fueron los alrededores de la Torre, incluidos los Campos de Marte; estaba todo como en obras, un poco destartalado, con barreras y un elevado muro de cristal que impide acercarse.

Colas inmensas y mucha gente pululando; fuimos a los jardines del Trocadero, frente a la Torre, para descansar contemplando las vistas, tan icónicas, rodeados de muchos grupos de trileros con el truco de la bolita y los vasos invertidos engañando al extranjero,  espectáculos callejeros, bailarines y skaters.

Por toda la zona, en ambas orillas del Sena, siempre llaman la atención los famosos “buquinistas”, vendedores de libros antiguos y de ocasión, que están en las dos orillas del Sena y que dan ese punto “romántico” a la contemplación.








Aquí pongo tres fotos sacadas en el mismo lugar: el mirador del Trocadero. En 1.996, 2005 y 2019. Y no, éste NO es el Curioso Caso de Benjamin Button 😂

1.996
2005

2019

Desde el Trocadero fuimos caminando por la orilla derecha del Sena, en un seductor paseo interminable lleno de preciosos puentes (destacaría el de Alejandro III) y super-entretenido viendo mucho ambiente, bares, restaurantes y galerías de arte flotantes, y gente haciendo deporte.








Así, tras bastantes kilómetros, llegamos por fin al Barrio Latino, comenzando ya a tener síntomas de cierto cansancio pero aún con ganas de seguir viendo cosas. Todo lo que íbamos contemplando resultaba un deleite para la vista.
Tan señorial y elegante todo, con tanta historia... y con un turismo que ciertamente no molestaba, a pesar de las gigantescas e incesantes barcazas por el Sena (que no cogimos pues también lo hicimos hace años), llevando en crucero a miles de turistas de todo el mundo, muchos de ellos asiáticos.






El Barrio Latino definitivamente nos enganchó:  comprobamos que era uno de los barrios más animados de París, donde se concentran numerosos cines, pequeñas librerías, salas de conciertos y teatros legendarios.

Había mucho para ver y tampoco nos dio tiempo de ver el espectacular Panteón donde reposan algunos de los personajes más ilustres de la historia de Francia, como Voltaire, Russeau, Victor Hugo y Marie Curie, entre otros. Y ojo, el nombre “Latino” se debe solo a que los estudiantes de distintos países se comunicaban en latín hasta la Revolución Francesa.

Las terrazas, la música callejera en directo, el ambiente, todo resultaba mágico puede que incluso hasta para los más escépticos, si te dejas llevar por una atmósfera que se antojaba entre bohemia y cautivadora.



Aunque estábamos cerca de nuestro apartamento, nos fue necesario tomar un taxi para regresar y no abusar tras los 23 km andados en total ese día.

El domingo por la mañana diluviaba y tras un caro desayuno de 9 euros, solo pudimos acercarnos a ver un enorme y sorprendente mercadillo, junto a La Bastilla, en el que no solo había ropa: era un verdadero mercado de abastos... con ropa, menaje y comida, mucha comida incluyendo mariscos y pescados, por cierto ni color con lo que tenemos en el Pais Vasco o Asturias.



El mal tiempo nos deslució el domingo así que tiramos para el descomunal aeropuerto de Charles de Gaulle, desde donde a las 17h. salía nuestro vuelo y en hora y cuarto aterrizamos en un también lluvioso Bilbao.

En suma, una escapada de lujo y muy recomendable si es que aún no has tenido ocasión de visitarla.

Un viaje que aconsejo llevar bien preparado de antemano y decidir qué se quiere visitar asumiendo que el tiempo es un bien escaso y que un viaje a la capital francesa, sea cual sea tu alcance en días y/o en presupuesto, te garantiza una experiencia muy interesante por tratarse de un paisaje urbano que va desde lo bohemio, con encanto arrebatador, hasta una pompa y grandiosidad con un esplendor que será difícil que veas superado en otros lugares del mundo.

Para ser mi tercera vez en París, no puedo estar más satisfecho. Lo cual me lleva a pensar en que muchas sensaciones post-viajes están condicionadas no solo por el plan de visita (cómo, cuándo, con quién, a dónde, estado de ánimo...) sino también por las experiencias previas que has ido acumulando y que con la edad van esculpiendo tus gustos.

Próximo destino: Mauricio y Rodrigues.
Otra historia.
Cuento los días...


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